Con mi hijo mayor habían varias cosas que hice sin
cuestionármelas, una de esas fue el comienzo de la alimentación complementaria.
Empezamos a los 6 meses preparándole papillas de verduras y luego le agregamos
arroz o quínua. Lo más importante es que desde que empezamos hasta que cumplió
un año, siempre teníamos que entretenerlo para que comiera, había que hacerle
realmente un show para que abriera la boca y se comiera su papilla entera o
casi (hasta quedarnos tranquilos nosotros).
Recuerdo que le cantaba, le bailaba, le pasábamos juguetes y libros, le hacíamos el “avioncito” con la cuchara y también el “autito”, el “tren”, el “barco”, el “camión” y todo lo que se nos ocurriera, poníamos la cámara de videos que le gustaba mirar, a veces participábamos los dos (mamá y papá) para lograr de mejor manera y más rápido que se comiera su comida. Quiero aclarar que nunca lo hemos obligado a comer (si es que entretenerlo no es hacerlo). Pero ahora que ya no soy mamá primeriza y que he leído muchísimo sobre crianza y distintas posturas de distintos profesionales y he reflexionado mucho de lo que hice y de lo que hago, puedo decir que esa forma de introducir los alimentos sólidos no me agrada para nada.
Hoy pienso que la comida (nunca y mucho menos al inicio) no puede ser por comer así porque sí o, más bien, para que nosotros los adultos nos quedemos tranquilos. El comer (al igual que todos sus procesos de desarrollo) debe ser un momento grato para todos, debe ser una experiencia vivida por y para ellos.
Recuerdo que le cantaba, le bailaba, le pasábamos juguetes y libros, le hacíamos el “avioncito” con la cuchara y también el “autito”, el “tren”, el “barco”, el “camión” y todo lo que se nos ocurriera, poníamos la cámara de videos que le gustaba mirar, a veces participábamos los dos (mamá y papá) para lograr de mejor manera y más rápido que se comiera su comida. Quiero aclarar que nunca lo hemos obligado a comer (si es que entretenerlo no es hacerlo). Pero ahora que ya no soy mamá primeriza y que he leído muchísimo sobre crianza y distintas posturas de distintos profesionales y he reflexionado mucho de lo que hice y de lo que hago, puedo decir que esa forma de introducir los alimentos sólidos no me agrada para nada.
Hoy pienso que la comida (nunca y mucho menos al inicio) no puede ser por comer así porque sí o, más bien, para que nosotros los adultos nos quedemos tranquilos. El comer (al igual que todos sus procesos de desarrollo) debe ser un momento grato para todos, debe ser una experiencia vivida por y para ellos.
Ahora con nuestra segunda hija ya sabía que quería llevar
una alimentación libre de papillas con ella y dejar que explorara libremente
los alimentos. Y así lo hemos hecho.
Es un sistema de introducir los otros
alimentos totalmente distinta, la verdad es que me encanta y a ella igual. La veo
disfrutar cada alimento, veo cómo los toma con sus manos, los mira, se los
lleva a la boca, se los saca de la boca, los vuelve a mirar, se los vuelve a
echar a la boca, prueba otro alimento y nuevamente lo mismo, los deja en el
plato, gatea, pide más, pide de nuestros platos, explora, juega y, sobre todo,
disfruta. He visto cómo ha ido desarrollando su motricidad fina y cada día
puede agarrar con sus deditos alimentos más pequeños, ahora incluso miguitas. También
he visto cómo han ido cambiando sus gustos, al principio prefería los alimentos
que podía agarrar con facilidad pero lo suficientemente blandos para que se
deshicieran en su boca sin la necesidad de morderlos porque no tenía dientes. Pero
ahora ya disfruta alimentos más duros y los va mordiendo con sus dos dientes
que tiene. También he pasado algunos sustos cuando he visto que se atora, pero
es maravilloso ver cómo ella sola es capaz de controlar esa situación y siempre
bota el pedazo que le incomoda.
Ella sabe cuánto quiere comer, sola nos avisa
cuándo no quiere más comida, y esto me parece fundamental respetarlo porque
creo que nacen con la sabiduría de sus cuerpos, saben perfectamente cuánto y
qué alimentos necesitan para desarrollarse y pienso que somos nosotros los
adultos que durante la crianza les quitamos este conocimiento sobre sí mismos
obligándolos a comer, entreteniéndolos para que coman, llenándolos de comida
hasta más no poder. Nuestra pequeña nos acompaña con su plato cada vez que
comemos o cuando preparo los alimentos en la cocina. A sus 8 meses come
bastante, no sé cuánto, hace rato que dejé de calcular en la crianza: aquí experimentamos,
disfrutamos y vivimos. Nuestros hijos son nuestros guías y ellos deciden sobre
sus propios cuerpos, nos van dando las pautas y ritmos de cada proceso y etapa
que nos toca compartir como familia. ¿Por qué asumimos que ellos no pueden
comer por sí mismos?
No te preocupes de cuánto come y si no quiere comer tampoco
importa porque hasta el año la lactancia materna (o en su defecto la leche de
fórmula) es su principal fuente de alimentación, los alimentos sólidos sólo
vienen a complementarla e incluso una cucharada es suficiente para lo que
necesitan al principio. Lo importante en esta etapa es siempre ofrecerles el
pecho y amamantarlos a libre demanda. La alimentación complementaria es juego y
exploración.
Si te estás cuestionando el cómo introducir la alimentación
complementaria y/o te hace ruido la manera en que lo estás haciendo, entonces
prueba de otras formas y ahí verás qué les acomoda como familia (siempre que
sea respetuoso con el bebé). ¡A DISFRUTAR!
Categories: Alimentación complementaria
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