domingo, 4 de mayo de 2014

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Con mi hijo mayor habían varias cosas que hice sin cuestionármelas, una de esas fue el comienzo de la alimentación complementaria. Empezamos a los 6 meses preparándole papillas de verduras y luego le agregamos arroz o quínua. Lo más importante es que desde que empezamos hasta que cumplió un año, siempre teníamos que entretenerlo para que comiera, había que hacerle realmente un show para que abriera la boca y se comiera su papilla entera o casi (hasta quedarnos tranquilos nosotros).

Recuerdo que le cantaba, le bailaba, le pasábamos juguetes y libros, le hacíamos el “avioncito” con la cuchara y también el “autito”, el “tren”, el “barco”, el “camión” y todo lo que se nos ocurriera, poníamos la cámara de videos que le gustaba mirar, a veces participábamos los dos (mamá y papá) para lograr de mejor manera y más rápido que se comiera su comida. Quiero aclarar que nunca lo hemos obligado a comer (si es que entretenerlo no es hacerlo). Pero ahora que ya no soy mamá primeriza y que he leído muchísimo sobre crianza y distintas posturas de distintos profesionales y he reflexionado mucho de lo que hice y de lo que hago, puedo decir que esa forma de introducir los alimentos sólidos no me agrada para nada.

 Hoy pienso que la comida (nunca y mucho menos al inicio) no puede ser por comer así porque sí o, más bien, para que nosotros los adultos nos quedemos tranquilos. El comer (al igual que todos sus procesos de desarrollo) debe ser un momento grato para todos, debe ser una experiencia vivida por y para ellos. 



Ahora con nuestra segunda hija ya sabía que quería llevar una alimentación libre de papillas con ella y dejar que explorara libremente los alimentos. Y así lo hemos hecho.

Es un sistema de introducir los otros alimentos totalmente distinta, la verdad es que me encanta y a ella igual. La veo disfrutar cada alimento, veo cómo los toma con sus manos, los mira, se los lleva a la boca, se los saca de la boca, los vuelve a mirar, se los vuelve a echar a la boca, prueba otro alimento y nuevamente lo mismo, los deja en el plato, gatea, pide más, pide de nuestros platos, explora, juega y, sobre todo, disfruta. He visto cómo ha ido desarrollando su motricidad fina y cada día puede agarrar con sus deditos alimentos más pequeños, ahora incluso miguitas. También he visto cómo han ido cambiando sus gustos, al principio prefería los alimentos que podía agarrar con facilidad pero lo suficientemente blandos para que se deshicieran en su boca sin la necesidad de morderlos porque no tenía dientes. Pero ahora ya disfruta alimentos más duros y los va mordiendo con sus dos dientes que tiene. También he pasado algunos sustos cuando he visto que se atora, pero es maravilloso ver cómo ella sola es capaz de controlar esa situación y siempre bota el pedazo que le incomoda.

Ella sabe cuánto quiere comer, sola nos avisa cuándo no quiere más comida, y esto me parece fundamental respetarlo porque creo que nacen con la sabiduría de sus cuerpos, saben perfectamente cuánto y qué alimentos necesitan para desarrollarse y pienso que somos nosotros los adultos que durante la crianza les quitamos este conocimiento sobre sí mismos obligándolos a comer, entreteniéndolos para que coman, llenándolos de comida hasta más no poder. Nuestra pequeña nos acompaña con su plato cada vez que comemos o cuando preparo los alimentos en la cocina. A sus 8 meses come bastante, no sé cuánto, hace rato que dejé de calcular en la crianza: aquí experimentamos, disfrutamos y vivimos. Nuestros hijos son nuestros guías y ellos deciden sobre sus propios cuerpos, nos van dando las pautas y ritmos de cada proceso y etapa que nos toca compartir como familia. ¿Por qué asumimos que ellos no pueden comer por sí mismos?    


No te preocupes de cuánto come y si no quiere comer tampoco importa porque hasta el año la lactancia materna (o en su defecto la leche de fórmula) es su principal fuente de alimentación, los alimentos sólidos sólo vienen a complementarla e incluso una cucharada es suficiente para lo que necesitan al principio. Lo importante en esta etapa es siempre ofrecerles el pecho y amamantarlos a libre demanda. La alimentación complementaria es juego y exploración.

Si te estás cuestionando el cómo introducir la alimentación complementaria y/o te hace ruido la manera en que lo estás haciendo, entonces prueba de otras formas y ahí verás qué les acomoda como familia (siempre que sea respetuoso con el bebé). ¡A DISFRUTAR!  

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