...Esta sección alberga las reflexiones que cada m(p)adre de Criar en Libertad se ha atrevido a entregarnos con el corazón. Surge desde lo cotidiano, desde los remolinos y devenires a l@s que n@s ha visto expuest@ ésta experiencia vital que se llama m(p)aternidad...

Reflexiones sobre el género

Por Karina 

Yo no soy machista, ni feminista. Si fuera algo, sería más bien humanista... pero ni siquiera. Sólo hablo desde el co-razón y la experiencia. Desde ahí mi reflexión hacia el género masculino.
Chiquillos, no creo que su género sea "penca" en sí mismo. Porque hay hombres maravillosos que he conocido. Pero lamentablemente son más los cabros que los opacan.
Podrían hacer un esfuerzo por mejorar el género, en serio. Así la humanidad nunca va a surgir. Con hombres mediocres, que ocupan el lugar de las crías, que no pueden ver más allá de su ombligo. Que siguen viendo a las mujeres como madres, de las que toman energías, sin retornarlas. En las que descansan y se apoyan abusivamente. Sin hacerse cargo de su propio mundo interno y emocional.
¿Qué onda, chiquillos?
Me he topado con esas actitudes muy seguido. En el trabajo, en los estudios, en lo personal. Realmente no lo comprendo. Cómo a un adulto se le puede tener que estar diciendo lo básico de sus responsabilidades o que tenga iniciativa por sus propios sueños. Es como un poco patético ante los ojos de una mujer. (Digo mujer, mujer, porque también hay las que se comportan como niñitas)
Y sí, también hay mujeres que aguantan eso. Y se hace un círculo vicioso en ello. Pero las responsabilidades son individuales, bien sabemos que las mujeres, tal vez por el hecho de tener la posibilidad de contener a alguien en la guatita, tenemos más capacidad de pensar en el otro. De que no nos tengan que andar empujando para hacernos cargo. Que hace rato somos más conscientes de nuestra internalidad.
Por último. A las mamás de niñitos. Creo que es nuestra responsabilidad mejorar el género. Realmente no se ha hecho bien la labor. Hay que criar un HOMBRE NUEVO. No más patriarcas.
Como siempre, COMO MUJERES tenemos un gran poder para transformar las cosas, aunque muchos no quieren que nos demos cuenta de ello.
Ya es momento de tomar acción. Porque después esto mismo nos juega en contra a nosotras mismas: en el trabajo, en la universidad, en lo personal, en lo cotidiano.
Y a las mamás de niñitas: "SI NO TE GUSTA, ES NO. Y PUNTO. NO TE METES AHÍ. CLARA Y FIRME".
Cuánta diferencia se podría hacer, con cosas tan simples. 



Mi maternidad libre

Por Marjorie

Puede parecer extraño, puesto que culturalmente hablando se piensa que ser madre/padre nos invita a dejar muchas cosas de lado, a someternos a una especie de esclavización, sin embargo, yo no estoy de acuerdo con esos términos. Ya comprenderán porqué.
Provengo de una familia comunista, católica y conservadora, una mezcla difícil de comprender y no tan sencilla de vivir, ver a tu padre en protestas y a tu madre trabajando año tras año, en resumidas cuentas se convirtió en lo que yo consideraba vida.
Criada por mis abuelos en forma mayoritaria. Siempre era sobreprotegida incluso en la adolescencia misma... Soy de esas mujeres que siempre salía poco: de algunos amigos, de noches eternamente en casa. De mamá y papá siempre buscándome con el celular. Y es que así era mi vida, acostumbrada al silencio y a ir a una fiesta muy de vez en cuando. Para muchos aburrida, para mí, simple rutina.
Un día de noviembre, un 21 para ser exacta conocí a quien desde entonces se convirtió en mi compañero eterno, para toda la vida, con quien mese s después concebí a mi pequeño hijo Víctor. Mi mamá estaba furiosa, mi papá decepcionado pués aún me faltaban dos años de estudio, razón suficiente para enojarse conmigo - estudiar es una gran inversión en Chile - pero acepté con gusto mi maternidad sin pensarlo dos veces, mi vida iba tomando otro rumbo.
Mi pareja me aceptaba, mis suegros un poco menos, pero me aceptaban, recibí su apoyo y ampliaron parte de su casa para que yo me fuera a vivir con ellos. Mi madre en tanto sólo asentía la cabeza y me decía "te cagaste la vida" una y otra vez... Me duele el alma no haber recibido su apoyo, al menos no de la manera que me hubiera gustado, pero ante la decepción ¿qué más nos queda?
Llegó el día del parto, un 13 de noviembre, aproximadamente a las 12 comenzó mi inducción, con 41 semanas no tenía una sola contracción, lo intervinieron para evitar mayores complicaciones, lloré de dolor, sufrí, rompieron mis membranas, compartí mi umbral con otra parturienta. A las 6:31 en medio de un eclipse solar nació mi Víctor Nahuel, la mayor victoria de toda mi vida (he allí el origen del nombre).
Cuando llegó el momento de irme no quería contarle a mi mamá, tenía miedo, ansiedad, quizá masoquismo puro, ella me trataba mal, pero en el  fondo muy en el fondo, me adoraba y era su modo de expresión, su furia, su mayor extensión de su cariño. Ese día ella fue al teatro y yo tomé mis pocas cosas, me retiré de casa a una vida nueva.
Quién sabe a qué riesgos me exponía, quien sabe si funcionaría. Pero me sentía libre ¡Por fin libre! De criar como quiera, sin las opresiones de mamá, sin la sobreprotección de mi papá, lejos de todos los "te cagaste la vida" habidos y por haber. Me convertí en mujer-madre decisiva y sin miedos. Hoy ya ha pasado más de un año desde que corté las cadenas de hija, para darle a mi hijo una crianza autónoma.

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